Lo que nadie te dice sobre emprender sola en el mundo de la fotografía
- Emelyn Nuñez Photography
- 27 jun
- 4 Min. de lectura
Hace poco tuve una situación incómoda con una clienta. Se quejaba del tiempo de espera para recibir sus fotos, aun cuando desde el primer momento le había explicado claramente los plazos de entrega. Lo más frustrante no fue solo la queja, sino la forma en que reaccionó cuando le recordé la información que ya conocía. Le expliqué que, debido al Día de las Madres, hice una excepción con esas clientas y entregué de forma anticipada un mosaico de selección (que normalmente puede tomar hasta 10 días). Eso provocó un cúmulo de trabajo adicional, ya que las ediciones se superpusieron con otras sesiones programadas.
Aun así, le entregué 3 fotos editadas antes del tiempo habitual para que pudiera compartirlas ese día. Pero eso no fue suficiente para ella. Ignoró toda explicación, insistió en reclamar algo que ya se le había aclarado desde el inicio, y terminó por faltarme el respeto, para luego bloquearme. Una reacción desproporcionada que, lamentablemente, no es un caso aislado. Situaciones así me hicieron pensar en todo lo que implica emprender sola, especialmente en este mundo de la fotografía donde muchas veces se subestima el trabajo que hay detrás de una imagen.
Emprender sola en la fotografía no es solo tener una cámara, tomar fotos bonitas y abrir una cuenta en Instagram. Es asumir todos los roles que en otros contextos se reparten entre varios profesionales. Es ser fotógrafa, editora, contable, community manager, servicio al cliente, diseñadora, estilista, proveedora de utilería, logística de entregas, redactora de correos, y hasta psicóloga cuando toca calmar a un bebé o manejar las emociones de una madre primeriza que llega con muchas expectativas. Es también planificar, limpiar el estudio, organizar vestuarios, responder mensajes a toda hora, dar seguimiento a pagos, archivar contratos, mantenerte vigente con formación constante, invertir en equipos que a veces cuestan más que el alquiler… y aún así, que alguien piense que "solo tomas fotos".

Lo que nadie te dice es que al principio probablemente trabajes más de lo que ganas. Que tendrás que educar al cliente constantemente, hacer contratos, y poner límites para que tu tiempo y esfuerzo sean respetados. Que hay días donde editarás hasta la madrugada y otros donde no llegará ni un solo mensaje.
Tampoco te dicen lo solitario que puede sentirse. A veces no tienes con quién hablar de precios, ideas o frustraciones. No porque no tengas personas a tu alrededor, sino porque quienes no están en este mundo no comprenden del todo lo que implica. Que no es solo “tomar fotos lindas”, sino lidiar con presión, inseguridad, cansancio, competencia, y la constante necesidad de validarte en un mercado saturado.
Las decisiones, los gastos, los errores… todo corre por tu cuenta. Nadie te cubre si estás enferma. Nadie resuelve por ti si se cae la página web o si se daña tu cámara. Nadie negocia con el cliente cuando hay malentendidos. No tienes con quién delegar cuando todo se junta y el cuerpo te pide descanso. Pero igual lo haces. Porque si tú no lo haces, nadie lo va a hacer por ti.
También está la presión silenciosa de tener que hacerlo todo bien. Desde la calidad del trabajo hasta la atención al cliente, pasando por la estética visual en redes, los mensajes rápidos y amables, las publicaciones constantes, la entrega puntual, las fotos "perfectas". No hay espacio para "dejarlo para después", porque si tú no lo haces, se cae todo el sistema. Ser tu propia jefa suena bonito, pero implica asumir el peso completo del negocio sin excusas. Y sin pausa.
Y aun así, hay algo que compensa todo eso: ver cómo tus clientes vuelven, cómo recomiendan tu trabajo, cómo valoran lo que haces. Descubrir que ese estilo que tanto cuidaste empieza a ser reconocido. Que la gente dice “te busqué porque me encanta tu forma de trabajar”. Sentir orgullo porque, aunque ha sido difícil, lo has construido con tus propias manos. Que no fue suerte. Fue trabajo, constancia y decisión.

Pero nadie te habla del desgaste emocional que implica tener que justificar tu valor una y otra vez. Explicar por qué tus precios no son “caros” sino justos. Por qué no haces sesiones temáticas con disfraces de moda o decoraciones estridentes. Por qué trabajas con contrato. Por qué necesitas tiempo para entregar un trabajo cuidado. Muchos no ven la planificación, la inversión, ni la preparación que hay detrás de una imagen que parece simple y natural.
Tampoco te dicen que habrá días donde pensarás en dejarlo todo. Días donde te compararás con colegas, donde te preguntes si lo estás haciendo bien, si tu estilo gusta, si vas a poder sostener esto en el tiempo. Donde sientas que no avanzas lo suficiente. Y ahí es donde más fuerza necesitas. Porque construir una marca auténtica, sólida y profesional no es cuestión de rapidez, es de constancia, resistencia y visión.
Y cuando lo logras, cuando miras atrás y ves todo lo que has superado, ahí entiendes que sí valió la pena. Porque nadie te lo regaló. Lo hiciste tú.
Buenos días, me gustó mucho el post, seguiré apoyandolo. gracias por dejarnos conocer tu POV.🙏
Gracias por leer el post, si te gustó o pareció interesante, por favor déjame tu opinión en los comentarios. 🩷
💖